La otra noche soñé que podía caminar. Y que había vuelto a bailar. Es de lo peor. En esos lapsus olvido que no es posible. Entonces, cuando me impulso para salir de la cama, el dolor me regresa a la realidad: que la Puta República Independiente Izquierdista convenció a la Pichi Pata Derechista y que ahora sí que estaba complicado mi cuerpo.
Las dos piernas se habían declarado independientes y en estado de inmovilidad. Ninguna quiere obedecer los comandos del Imperio Cerebral y se hacen las desentendidas.
¡Qué tontitas! ¡Con lo mucho que gozábamos cuando la Nación Completa se unía para seguir la música!
Les recordé aquella noche cálida en La Habana cuando bailamos con los Van Van en plena tarima y con el sandungueo caribeño el pegajoso paso del buey cansa’o… y cuando creí que había acabado la rebelión, ¡desperté!
¡Recórcholis! Con lo facilito que era el paso del buey cansa’o… de los Van Van. Garibaldi lo estilizó ... pero no deja de ser cansa'o.
¿Quién se anima a bailarlo?