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domingo, 6 de septiembre de 2009

La fiesta del dedo

Las conquistas son relativas. Las alegrías y las fiestas también. Por eso, hoy no nos debemos sorprender de las fiestas del 1927 cuando Charles Lindbergh realizó un vuelo en solitario y sin escalas a través del Atlántico en su aeroplano Spirit of Saint Louis.

Hubo celebraciones cuando la Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite, el Sputnik 1, en el 1957; y luego en el 1961, cuando el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, fue el primero en viajar al espacio. Si no se apuraban, se morían de la envidia, así que el próximo año a John Glenn le tocó ser el primer estadounidense en el espacio al volar alrededor de la Tierra durante cinco horas en el Mercury 6.

Esas fiestas quedaron opacadas en el 1969 cuando Neil Armstrong se convirtió en el primer humano en pisar la luna (evento que hoy se pone en duda con pietaje igualmente cuestionable).

En el 1981 el trasbordador Columbia salió desde Cabo Cañaveral, en el primer vuelo de una nave espacial reusable. En el 1990, el trasbordador espacial Discovery desplegó el observatorio astronómico Hubble, que permite a los científicos observar casi los confines del universo.

A mediados de febrero de 1998, un neurocirujano visitó los confines de mi cerebro y alegadamente se adueñó de Intruso, el tumor cerebral que me habita desautorizado. El evento me restó movilidad en las extremidades izquierdas. A finales de mes, moví un dedo e hicimos una fiesta en la que solo faltaron los fuegos artificiales.


En el 2004 NASA logró poner dos robots exploradores (rover) en la superficie de Marte. No me percaté de esas celebraciones porque ese mismo año, reconquisté mi movilidad al salir de un segundo tumor cerebral. No logramos comprar los fuegos artificiales, pero celebramos en grande.


En verano de 2006 me sometí a una radiocirugía que me afectó aún más que el evento del 1998 y perdí todo tipo de coordinación.


En el 2008 La nave Phoenix de la NASA comenzó a explorar el Planeta Rojo. Me despisté y no supe de fiestas.


En el 2009, sigo intentando caminar; aventura diaria que cuesta más neuronas que millones de dólares a la NASA. El poder continuar intentándolo sigue siendo motivo de fiesta diario... con fuegos artificiales espirituales... aunque no haya logrado la meta. Eso es parte del proceso de conVivir con un Intruso, y de disfrutar cada etapa, aunque sea a tropezones. De manera que celebramos con pirotécnia invisible a los ojos cada vez que me levanto de una caída estrepitosa. Algo, que hasta hace poco, no había sido posible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por tu entrada me gusto mucho como la escribiste!
Me dio mucho animo porque asi como ti todos tenemos nuestras fiestas de differentes rasones...hay que luchar no importa si logramos lo que queremos. Y tenemos que celebrar esos momentos pequenos y grandes. Te cuento que mi mama tiene sita para ver el sirujano el 16 de este mes...me siento super ansiosa. Porque hasta este momento no se mucho de el typo de tumor que tiene.

Claudia
Ottawa, Canada

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Sobre las fotos e ilustraciones aquí presentes...*

* Si alguien se ofende con la publicación de alguna foto tomada prestada de la Gueb, que lo diga y la borro inmediatamente. Si le ofende mucho, mucho le pido excusas públicamente por el malrato.
Si alguien toma alguna de las mías, que no sea tontito y lo diga, que difícil que es esta pendejada de tomar fotos sin poder mover el culo de una silla.

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