Son de acero inoxidable, cuestan centavos y pueden sustituir tratamientos largos y costosos. ¿Qué son? Las agujas chinas en manos de un diestro acupuntor surten efectos curativos "mágicos" en decenas de condiciones. He probado todas las versiones de acupuntura -con agujas largas, cortas, en distintos grosores, de empuñadura plástica o de acero inoxidable-; he probado otras opciones terapéuticas como la electroacupuntura, acupuntura con láser; digitopuntura, "semillas", y moxibustión. En febrero de 1998, la técnica de electroacupuntura logró que moviera el brazo izquierdo. El escenario, fue neurointensivo intermedio. El héroe de la película, un diestro electroacupuntor que ofrecía cursos a otros médicos.
Como resultado de una craneotomía para eliminar la primera versión de Intruso (el tumor cerebral benigno que apareció sin invitación), mis extremidades izquierdas quedaron inoperantes. No las sentía, ni las podía mover. Tras la primera terapia de electroacupuntura, ¡logré levantar el brazo y doblar el codo 45 grados! Terapias posteriores me ayudaron a mover los dedos, y más tarde, mover una bolita de goma.
Varios meses después de terapias intensivas en una clínica de rehabilitación, logré salir de la silla de ruedas. Ambulaba con un bastón sencillo, pero de vez en cuando olvidaba mi limitación y me caía. Mi orgullo era poderme levantar. De regreso a casa, un acupuntor cubano me dio otra terapia sorprendente: con una sola aguja clavada en el cráneo pude caminar derecha. ¡Parecía que tenía una antena en el mismo medio de la cabeza!
Las terapias continuaron y mis mejorías para ambular también, pero siempre con dificultades. Recibí terapias de moxibustión y me mantuve con tratamientos de seguimiento para mantener los puntos energéticos activados.
No contábamos con que Intruso insistiera en manifestarse, y en el 2004, me sometí a una segunda craneotomía con resultados fabulosos. Ya no tenía que pensar cada paso que daba. ¡No me caía y podía caminar! Continué los tratamientos para lidiar con los resabios que todavía no me permitían desfilar exitosamente por una pasarela.
En el 2007 Intruso regresó implacable. Ya no quise otra craneotomía y opté por una radiocirugía que casi garantizaba una mejoría inmediata con el mínimo de efectos secundarios. El saldo de la intervención fue nefasto: aumento en convulsiones, dejé de caminar, perdí el balance, y por primera vez perdí lo que había sido mi mayor orgullo... la capacidad de levantarme de las caídas.
Desde el día uno regresé a la acupuntura tradicional (de agujas); a la electroacupuntura con balance y tonificación; y, a la acupuntura con láser. He mejorado mucho. Algunos días, más que otros.
Ayer, por ejemplo, fue un día de logros. Diego -un ángel disfrazado de médico acupuntor- siempre me pregunta qué modalidad quiero. Opté por “la brava”, las agujas chinas. "Hazme todo", le dije. La sesión fue intensa; con dolor y movimientos involuntarios. Pero cuando llegué a casa... ¡pude subir las escaleras erguida, y alternando escalones con ambas piernas!
Mi meta es desfilar exitosamente por la pasarela de la Vida. ¿Entonces? Agujita, agujita... ¿cuál es la más bonita?
2 comentarios:
la pasarela está bien, pero cuento contigo para aprender a bailar salsa, no dudo que podrás hacer las dos cosas.
besito
hecho!
besos
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