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viernes, 29 de julio de 2011

Enfermera con tacas y lentejuelas (Parte III)

Cuando por fin abre la puerta y entra “la enfermera”, que mi santo y amante esposo contrató por teléfono, me llegó una bofetada del Eau de Parfum Spray “Far Away” de la línea Avon ("Avon llama", decía aquel anuncio).

Siento decir que por las neuronas que me arrancaron y me dejaron sin piernas, me reacomodaron las de los aromas. Si antes tenía un olfato agudo, capaz de detectar perfumes, ahora puedo distinguir las marcas y el tiempo que llevan en la piel. Contra todos los reglamentos sanitarios, la individua llegó literalmente bañada de perfume. Juro que se lo puso en el carro antes de entrar a casa. ¡Guácala! Yo hubiera querido estar “Far Away” de ella.

“Esto pinta malo”, me dije. ¡Poco sabía yo, que la esperaba "confinada" en un sillón del segundo piso! El ronroneo de su voz, y el taconeo por el piso desnudo de la sala, y luego de las escaleras de madera me confirmaron el retrato que en segundos me había hecho. Recordemos que de eso vivía yo. “Desnudar” a la gente para sacarle información fue mi oficio durante más de 30 años… y eso no me lo sacaron del cerebro… para mi autoprotección y bendición.

Al asomar la cabeza desde el segundo piso y darme cuenta de su peinado de salón, el maquillaje acentuado tipo Elizabeth Taylor en las versiones cinemascope de Cleopatra… me dije a mi misma: “Misma, ¡te llevó el diablo!”

Fracción de segundos más tarde la enfermera empezó a subir las escaleras. Un escalón después ví el atuendo: una camisa decorada con una cantidad respetable de lentejuelas y canutillos… que además demostraba con alevosía el silicón que la natura no le dio. Otro escalón, y modelaba unos jeans apretados. Ya, al nivel del suelo, unas sandalias con tacas que dejaban al descubierto una pedicura de salón color violeta, en combinación con la sombra de ojos de la Taylor.

No es que me molestara ver tanta elegancia… (¡¿”elegancia”?!) cuando yo ya no puedo usar tacas, lentejuelas y no tengo tetas tamaño D. Es que me sorprendió la idea de que ese ser de muchos más de los 50 plus (que trataba de ocultar en forma de caricatura) fuera una “enfermera on duty”. ¿Cómo haría para transferirme de la silla de descanso a la silla de ruedas? ¿Y al baño?

¿A dónde rayos llamó mi santo esposito? ¿A un servicio de putas que ofrecen masajes disfrazadas de enfermeras? Ese fetiche conmigo… ¡ni aunque hubiera sido un enfermero macho! Me despedí de mi esposo (ya tachado del santoral). Él salió disparado como alma que lleva el diablo, para no verme encarar mi realidad. A él le tocaría encarar la suya cuando regresara a casa… porque la que nos mandaron no se parecía a Florence Nightingale.

Sin parecer periodista, y en una conversación más o menos amena –para ella, que no dejó de hablar- trascendió que su esposo era un músico retirado de una orquesta de renombre; que ella se quería jubilar porque estaba harta de su trabajo y para estar con él, en fiestas “low budget”.

Me contó la vida y milagros de sus hijos, las nueras y hasta de los vecinos. Y ahí entendí que necesitaba un descanso de tanto cotorreo.

-“¿Me puedes llevar al baño?”, le pregunté sin sospechar la tragedia que desataría.

-“¿Al baño? ¿Y tú no puedes ir sola? ¡Tan normal que te ves! ¡Ay, si es que no pareces impedida?”

-“Es que no soy ‘impedida’. Soy una persona con un impedimento físico severo de movilidad. Tengo espasticidad en las piernas, no me puedo parar, no tengo balance y tengo que ir al baño ahora”, dije queriéndole decir algo más fuertecito. Me controlé porque dependía de ella.

-“¿Y te tengo que cargar?”

-“No. Sólo transferirme a la silla de ruedas. Yo misma la puedo mover. No me tienes que empujar. Cuando llegue al baño, me transfieres de la silla de ruedas al inodoro. Yo orino y me limpio solita. No te tienes que ocupar por eso. Después hacemos el proceso al revés. Me transfieres a la silla de ruedas, me acomodas los pies en las plataformas de la silla, yo me empujo, y cuando llegue al family, me quedo un ratito en la silla de ruedas, y después, me transfieres al sillón reclinable. ¡Es que mi espalda y mis nalgas se cansan de la misma superficie!”

-“¿Así es la cosa? No me habían dicho”, me dijo con cara de “yo no fui”. En ese momento quise matar a mi esposo.

No tuve tiempo de reaccionar porque quedé atolondrada entre el aroma a perfume Avon y el maquillaje sellado con polvos sueltos de Maja de Myrurcia. Los almohadones de silicona saltaban por encima de las lentejuelas y los canutillos… creí sellada mi desgracia pensando que saltaran y me dejaran ciega. ¡Ilusa!

Faltaba ver cómo se tambaleada conmigo con aquellas sandalias. ¿Y si nos caíamos las dos como guanábanas maduras? Obviamente no pasó nada de eso. Pero no tomé líquido por el resto de tarde para que sólo me llevara al baño una vez más.

NOTA: La historia podría terminar en la próxima entrega. Es que mucho de lo que sigue ha resultado en post traumas que tienen frágil mi corazoncito y no estoy segura que sobreviva la narración. Por cierto: juro que todo es cierto.

9 comentarios:

Margarita dijo...

ay Cassi!! ¡me has hecho desternillar de risa! ¡eres muy linda! ¡puedo oler a tu enfermera desde aquí!
Besos!

Ambar dijo...

Ayyyyyyyyy Cassio!!!!!!no puedo parar de reirme,vos sabés muy bien que no es mi estilo reirme de la desgracia ajena,.....peeeero ponete en mi lugar.....conociéndote,no puedo más que imaginar tu dulce carita mirando"esa cosa" que se dió en llamar"enfermera".
Cassio,ni bien pueda sigo leyendo!!!.
Abrazos bien apretaditos.
Ambar...

Cassiopeia dijo...

Margarita, como dice el gringo: "the best is yet to come"... a ver si me atrevo a escribirlo.
Besos!

Cassiopeia dijo...

Ambar, esto es cosa de locos.
Tenía dudas de que me creyeran... por eso el juramento.
Y siiii... yo también me río... AHORA.
Cuando olí a la individua, ya sabes!
Tan excelentes enfermeras que he conocido!
Seguiremos informando, si mi corazoncito aguanta el recuerdo.
Besos

la MaLquEridA dijo...

¿Y si se ha escapado de algún tugurio?

No quisiera estar cerca de ella, ¿Avon? no mam´s.

Fiaris dijo...

Niña me has hecho llorar de risa!!!!jajajajajajajaaj

Cassiopeia dijo...

Bienque, no fue eso, es que el marido la alquila y mi santo esposo -que YA NO ESTA EN EL SANTORAL- confundió el teléfono.
El resto... adivina!

Cassiopeia dijo...

FiARIS!!!!
Nooooooo!
Después van a pensar que te descompensaste;que necesitas servicios médicos de emergencia... y te envían a la individua!
(entonces no me pidas consejos)

Carol dijo...

Hola guapa! Vengo del comentario que me dejaste ayer en "Que pena da ponerse viejo"... (y ahora me entero de tó ;)
Con lo que cuentas, podrías hacer una novela...
¿Entonces no era enfermera? ¿O si?... (mi madre es enfermera, así que por su experiencia, imagino que no...) (Claro, que puede ser...) ;)
Muchos besos :D

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