Le voy a hacer trampa a la cocina. Adelanté que ese sería el tema de hoy, pero mejor vamos a la verja. Y antes, al contexto. Suena a pesadilla de película de Frankenstein... lo sé, no es necesario que me lo recuerden, ¡gracias! Pero suene a lo que suene, hay que decirlo. Tras dos craneotomías, quedé con un meningioma recurrente reducido. El goloso -según dicen los que dicen que saben- continuó alimentándose de la importante vena a la que había insistido en agarrase en mi cerebro. Intentamos achicharrarlo, pero una radiocirugía que quemó más de lo que se planificó originalmente, esfumó mi capacidad de caminar y la posibilidad de mantenerme de pie sin perder el balance.
¿Alternativas?
Quedarme mirando el techo, incapacitarme, esperar a que me sirvan la vida en alguna bandeja plástica (como están las cosas... las bandejas de plata, ni se alquilan).
Todas esas alternativas -y muchas otras- quedaron en “pausa”. No sabemos lo qué pueda pasar mañana, ni pasado mañana. Pero mientras tanto, decidí que como en la canción de Serrat, no me iba a quedar “colgá en las alturas del techo”, no fuera que me diera cuenta que le faltan unas manos de pintura.
Hice un inventario de lo que podía y lo que no podía hacer; de lo que quería intentar con esperanza y Fé; y de lo que no valía la pena por considerarlo muy arriesgado. Nunca he sabido a ciencia cierta si mi familia, Mi Ángel de la Guarda, mis Charlie's Angels, médicos y terapistas me apoyan porque tienen Fé en los milagros; si lo hacen por seguirme la corriente; o, por miedo a mi malgeniado carácter y terquedad.
Hasta hoy doy fe de que no ha habido propuesta que no me apoyen. Así que cuando hablé de “algo” que me sirviera para sostenerme en ruta de la puerta de entrada al auto, no me llevaron la contraria. Don Calderón, un “handyman” acostumbrado a clientas milenarias e impedimentos físicos propios de 90+ años de edad, fue receptivo a los inventos de una chatita con menísimas arrugas, y 40 años más joven.
Tomándome de la mano, trazamos la ruta que yo necesitaba; tomó las medidas (altura, distancia), y sobre todo, contó la cantidad de pasos que yo tendría que dar antes de necesitar apoyo adicional. Allí colocó unas “bolas” a la medida de mi mano. Calculó el lugar donde tendría que estacionar el automóvil, así como la distancia y los movimientos menos arriesgados para abrir la puerta, colgar cartera o bolsos; y dónde pondría el bastón en lo que maniobraba la arriesgada llegada o salida a la casa.
Varias semanas después, instaló la que bauticé “La Verja de la Independencia Hacia el Camino de la Libertad”. Cuando Don Calde supo el nombre, se le mojaron los ojos. Era la primera verja que él hacía para liberar, en vez de encerrar.
8 comentarios:
Amiga, me has emocionado, y ya conocía la historia, pero me has emocionado igual.
un besazo
Pero...¡Qué fantástica eres¡. Eres de lo mejor que he podido conocer en los 65 años que tengo.
¿Sabes que me acuerdo de ti y me das mucha fuerza para todo?
Yo rezo poco, pero te prometo, que lo haré cada día, porque hay que creer en los milagros y darle una patadita a "La Verja de la Independencia" para conseguir la libertad con letras de oro.
Un fuerte abrazo.
ahh! YO NO KONOCIA LA HISTORIA! JEJE
PERO K BUENA ONDA, K EXISTAN PERSONAS KON UNA KREATIVIDAD IMPRSIONANTE, PARA HACER LAS KOSAS MAS SENCILLAS.. OJO! NO DIJE "FACILES", PORK UNA VIDA FACIL NO VALE LA PENA VIVIRLA..
LO IMPORTANTE ES SIMPLIFICARNOS LAS KOSAS!
UN BESO TU HIJA
Cuando le cuelges a esa verja foquitos navideños sacale una foto y nos la muestras.
Aunque esa verja no necesita mas luz que la que emanas tu.
=..)
Ay todavia! Más luz que tú? Pediré que aceleren el trabajo de pintura (necesaria para evitar moho).
Besos
Capu, nunca me dejes fuera. Ha pasado más de un mes de este post, y sigo insistiendo... pero eso de la patadita... se lo dejo a otro porque no me puedo caer en el intento.
Reciproco el abrazote,
Dayann, tu Kasa de Papel habrá cerrado, pero tu corazón sigue alegrándonos desde la otra casa. Gracias, hijita.
Emma, tu historia es ejemplo para mí. TU me emocionas!
Besos
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