El año pasado exactamente para ésta época hice mi “Maratón de Boston”. Entrené diariamente durante todo el mes de junio y la mitad de agosto. Una hora al día porque mi cuerpo no alcanzaba a más. ¿La meta? Caminar en los aeropuertos hasta que me acomodaran en las sillas de ruedas con escoltas (que no te permiten parar en las tiendas de souvenirs ni en las de perfumes y licores).
Aquél fue mi primer viaje en avión en mi segunda etapa como persona con impedimentos para ambular. Entrené todas las opciones terapéuticas a mi alcance - acupuntura, watsu, burdenko, electroacupuntura, ejercicios de yoga- para desarrollar las destrezas necesarias para trasladarme a los minúsculos servicios sanitarios de los aviones; al alquiler de autos; a los hoteles, y a una universidad en las afueras de Boston. La meta de “Mi Maratón de Boston” era acompañar a mi hijo a la universidad y dejarlo instalado y listo para empezar su primer semestre. Hicimos todas las reservaciones desde casa, de manera que las sillas de ruedas estaban disponibles, las áreas "especiales" en los aviones; y, en los hoteles, las habitaciones equipadas con los aditamentos para la seguridad de las personas con impedimentos.
Estoy segura de que esas habitaciones existen para cumplir con la ley. Y estoy segura de que a los hoteleros les revienta tenerlas “disponibles” (o, vacías, en lo que llega algún “impedido”). También estoy segura de que por eso no las limpian seguido y su abandono las hacen apetecibles para los ratones, que las adoptan como condominios deluxe que cumplan con sus estandares de desarrollo poblacional en hoteles de toda clase de estrellas.
OJO: ésto no quiere decir que todas las habitaciones para personas con impedimentos de todos los hoteles de la ciudad de Boston tengan ratones... pero me han llegado informes de que sucede en la mayoría de los hoteles de todas las ciudades del mundo que tengan habitaciones para personas con impedimentos.
Y seguirá sucediendo porque la mayoría de las personas con impedimentos no “entrena” para salir corriendo de la habitación a quejarse. Confieso que no pude salir ni corriendo, ni caminando, pero grité como si el ratoncito me hubiera amenazado con arrebatarme la medalla que gané en “Mi Maratón de Boston”.
Iluso animalillo. El tontito no sabía que el hecho de que yo conViva con Intruso, no le permitirá ni a él ni a quién sabe cuantos de su parentela, conVivir conmigo.... ni terminar exitosamente todos los maratones que planifico.
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