Es un pedacito de inocencia y alegría alada, comprometido a ayudarme a caminar por las pedregosos rutas de la vida misma. Llegó en lunes en la noche desde Lala Land galopando en salmón y distintos tonos de rosas. Colgando de cuello trajo una hojita de jade. Entre los tesoros, lleva atado el corazón amarillo de Mrinalina y uno de sus mini pompones con hilitos de puntas brillosas.
Nubes azules, estrellas blancas y amarillas; amiguitos de alegría blanca. ¿Qué más puedo pedir?
Cuando una camina por la vida deprisa, saludable, energética y sobre todo, independiente, no se imagina que en algún momento necesitará depender de un bastón para caminar.
Ahora están Cisne, una fina pintura sobre madera -obra de una gran artesana- que fue hecho con tanto amor que se desborda. Flori, que llegó desde la tienda con la apariencia de bata de abuelita de moño y dientes postizos. Ramito, regalo verde, pero con el amor maduro de un gran amigo pintor y su esposa; y, Tofutti, revestido de todo el amor de una joven artista e ilustradora y su pequeña de 6 años. Cisne y Tofutti son obra de madre e hija, con los detalles de la nieta.
Gracias Mydiam, por Cisne. Gracias Rafi & Gradi, por Ramito. Gracias Mrinali & Company, por Tofutti. Camino con sus buenas vibras y muchos colores; pero sobretodo, con mucho, mucho de su amor. No hay de otra cuando una trata de andar por la vida Conviviendo con Intruso.
(Foto x Cass)
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