Cuando Intruso –el tumor cerebral que me habita desautorizado- reincidió en el 2004, me tomé un tiempo razonable para “descansar”. Tras esa segunda craneotomía me sentía mas relajada porque podía caminar.
En lo que me cicatrizaban las costuras que me hicieron para cerrar la cabeza (y asemejaban las trenzas de Frida Khalo), esperé que me creciera suficiente cabello como para disimular las horripilantes huellas del tru-trú de las cirugías. En casa, me dediqué a leer, leer, navegar en Internet y leer.
Pedí libros por Amazon, y leí y leí. Algunos libros, de mucho dolor y desesperanza; de rabia y coraje. Los autores tenían sus motivos: tumores cancerosos inoperables; metastasis que auguraban poco tiempo y terminaban con capítulos escritos por los sobrevivientes. Otros libros estaban llenos de energía y optimismo, escritos por personas que aprendieron a disfrutar la vida después de coquetear con la muerte.
Tal y como hice en el 1998 -cuando Intruso hizo su debut- rechacé la idea de escribir “de la experiencia”. Me trataron de seducir amigos, conocidos y desconocidos, colegas y editores. Pensé que nadie me creería que estaba feliz de haber sobrevivido los infiernos que visité (y dejo en el tintero por ahora).
Cambié de opinión un año después del tercer ataque de Intruso. Fue cuando intenté neutralizar con una radiocirugía al imprudente Meningioma del Falx. Pero la intervención me neutralizó a mí, y aquí estoy... sentadita escribiendo... dándole ánimo a los que pueden caminar.
Con esa explicación rápida, regreso al 2004: Las inmersiones en Internet me llevaron a conocer a las Meningioma Mommas, un grupo de madres con la misma condición que yo. Algunas con tumores recurrentes, otras novatas. La mayoría –según leí- pueden regresar a su vida “normal”.
En mi caso, he tenido que regresar con anormalidad a mi vida mientras conVivo con Intruso y una abultada lista de proyectos en los que seguir siendo madre es mi prioridad.
2 comentarios:
Sabes, a veces pienso qué es lo que ha hecho la gran diferencia con mi vida cuando podía caminar. Y si me dieran a elegir: vuelves a caminar y regresas al punto donde estabas antes…, pues no quiero.
Quiero las dos cosas, quiero caminar y quiero conservar lo aprendido.
¿Pido mucho?
Naaaaa... que va!
Sigamos intentando caminar, que la pasarela de la Vida todavía rinde.
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